viernes, 28 de agosto de 2020

Actividad No. 9 del 31 de agosto al 11 de septiembre de 2020

 

ACTIVIDAD No. 9 del 31 de agosto al 11 de septiembre de 2020


EL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DE JESÚS

 

El Espíritu Santo es la tercera persona y su función es hacer posible la comunión entre Dios y el ser humano.

 

 En las palabras que el apóstol Pedro pronunció ante un grupo de extranjeros, encontramos la clave para entender cómo pudo Jesús realizar su misión.  Dios lo había ungido con la fuerza del Espíritu Santo y siempre estuvo con Él.

“Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:  cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con Él”. Hechos de los Apóstoles, 10, 37-38

 

 

Para la Iglesia de Cristo, Dios es la comunión de tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es decir, la Trinidad.  El Espíritu Santo es la tercera persona, y su función es hacer posible la comunión entre Dios y el ser humano, capacitando a este para recibir al Creador.  Si no fuera por el Espíritu Santo sería imposible la relación entre Dios y la criatura humana.

El Espíritu Santo acompañó durante toda la vida a Jesús, pero se destacan ciertos momentos en los cuales su acción se manifestó en forma especial:

En la encarnación, cuando le da vida a Jesús en las entrañas de la Virgen María, de manera extraordinaria.

 

Durante el bautismo en el Jordán, momento en el que revela a Jesús como Hijo de Dios.

 

Cuando lo impulsa al desierto para combatir y vencer al diablo luego de ayunar cuarenta días y cuarenta noches.  Luego lo lleva a Galilea para empezar allí la misión.

 

Cuando Jesús hace milagros y trasmite el mensaje del Padre.

 

Cuando Jesús ora.

 

En la cruz, cuando lo acompaña y le da el valor para ofrecerse al Padre.

 

En el suceso admirable de la resurrección cuando lo levanta de entre los muertos.

 

Jesús no solo fue beneficiario del Espíritu Santo, sino que recibió el poder de derramarlo sobre la Iglesia (Hechos de los Apóstoles 2, 33-36). 

 

Antes de su ascensión al cielo, prometió enviarlo para que estuviera con sus discípulos, les enseñara,

los consolara y los guiara a la verdad siempre. (San Juan 14, 16-17; 16, 13)

 

 

La Iglesia reconoce la presencia del Espíritu Santo en la Sagrada Biblia, como inspirador, en el Magisterio de la Iglesia, como asistente y consolador; en los sacramentos como propiciador de la comunión del creyente con Cristo; en la oración, como intercesor del ser humano ante Dios; en los carismas y ministerios, como edificador de la Iglesia; en los apostolados y en las misiones, como propulsor y sustento.

 

Conclusión: Toda la vida de Jesús está marcada por la presencia del Espíritu Santo. Es Él quien lo guía, lo impulsa, lo inspira, le da poder, lo fortalece, en fin, le permite vivir como Hijo de Dios.  Y ahora Jesucristo envía a la humanidad ese mismo Espíritu para conformar su cuerpo, que es la Iglesia, para la salvación del mundo.

 

 

ACTIVIDAD:  Escriba cinco momentos en la vida de Jesús donde esté presente la acción del Espíritu Santo.